LA RECETA DE LA FELICIDAD

mjgarcia Autoestima, Felicidad, Motivación, Superación

Como si fuera una obligación, incluso desde pequeños nos enseñan unas pautas, una receta, que al parecer si se sigue paso a paso y se cumplen los tiempos y las medidas, te conduce necesariamente a la felicidad: hay que estudiar, tener un cierto físico, ser puntual, salir de marcha, encontrar un trabajo, comprarse un móvil de última generación, ligar, invertir en relaciones personales, actualizar las redes sociales, enamorarse, comprar o recibir flores (por alguna razón inexplicable, esto depende del género), tener un buen coche, formar una familia, votar, tomar el vermut los domingos, hacerse runner, viajar, pertenecer a la Asociación de Padres y Madres, ascender, preparar cupcakes, hacer pilates, escribir un blog, comer sin sal, envejecer sin que se te note y morirte en el momento justo.

A veces dan ganas de renunciar, salirse del camino, saltar la verja y sentarse del otro lado a “no ser feliz” durante un rato. Y quizá entonces descubras que la felicidad es otra cosa. Tu felicidad es tuya y de nadie más, está hecha a tu medida, es personal e intransferible. Si tienes suerte, conocerás en tu vida a unas pocas personas para las que la felicidad, entre otras cosas, sea conocerte, disfrutar de ti, incluso enamorarse de ti. Y a ti te pasará lo mismo (con algunas personas, puede que no con todas…). Y compartiréis esa felicidad. Pero eso no hará que tu felicidad sea menos íntima. Porque para cada individuo la felicidad tiene un sentido distinto.

Hay quien es feliz componiendo música, otras personas sólo son felices si sienten que devuelven a la sociedad algo de lo que tienen en la vida, hay quien necesita viajar, o leer, o estar junto a alguien querido, hay personas que sienten que su felicidad no está completa si no son padres o madres, mientras que otras personas necesitan su independencia por encima de todo… Y desgraciadamente hay montones de personas que siguen la receta al pie de la letra porque no saben qué es realmente lo que les hace felices, porque no se han parado un momento a preguntarse quiénes son y qué quieren hacer con su vida. A cada uno este proceso le lleva más o menos tiempo, hay personas que desde que tienen conciencia saben para qué están en el mundo, hay otras que parecen vagar sin rumbo porque se están buscando (a veces demasiado lejos), otras siguen la receta hasta que un día se levantan y se dan cuenta de que lo que necesitan hacer es otra cosa, desgraciadamente hay gente que pasa su vida sin saber lo que es la felicidad más allá de esa ficción que les proporciona la receta. Porque nadie, nadie, ni uno sólo de ellos, consigue ser feliz, realmente feliz, sin ser él mismo, sin escucharse y permitirse ser feliz.

Y aquellas personas que han alcanzado este punto, son mucho más capaces de enfrentarse a los reveses de la vida, a los retos, disgustos, malas noticias, enfermedades, duelos y sinsabores que inevitablemente van a sobrevenirle porque la vida es así. Pero no les afectan igual, porque saben que la felicidad no es algo coyuntural, no depende de las cosas que pasan, sino que está dentro de ellos, y son capaces de utilizarla como herramienta para seguir adelante, para tener menos miedo, para atravesar el dolor y superarlo y seguir siendo felices más allá de todo eso. Incluso cuando el dolor o la enfermedad les supera, y se rompen, su capacidad de volver a recomponerse es mayor, porque saben dónde va cada parte de ellos, como volver a ponerlo todo en su sitio con un poco de ayuda.

Evidentemente no existe una gran receta de la felicidad, porque no podría haber nunca una sola receta, sino una para cada persona. ¿Y tú? ¿Has descubierto tu receta?