«Me insultaban, me llamaban gorda y ballena, me quitaban el dinero que llevaba en la mochila, me amenazaban con desnudarme y colgar las fotos en internet, me humillaban, no podía ir al baño del colegio porque me seguían y no me dejaban cerrar la puerta. Cuando las cosas se pusieron peor me pegaron. Nadie me ayudó, eran 4 chicas de mi clase pero las demás hacían como que no se daban cuenta. Una profesora me dijo que yo tenía que ser más fuerte pero tampoco hizo nada. Sólo quería morirme.»
Este es el testimonio real de una niña de 12 años que sufrió durante un año acoso escolar. Comenzó obteniendo muy buenos resultados académicos y acabó teniendo que abandonar el centro porque nadie la ayudó en aquel momento trágico de su vida.
¿Qué es el bullying o acoso escolar?
Es un acto violento físico y psicológico intencionado perpetrado por una o varias personas en contra de otra a la que se percibe como más débil. El escenario es el ámbito escolar y en este contexto se identifican tres tipos de protagonistas: el agresor, la víctima y los espectadores.
Lamentablemente, durante años se ha adoptado una actitud pasiva hacía este tema tan importante considerando que “sólo eran cosas de niños” o “sucesos aislados”.
Cuando se ha preguntado a los agresores que por qué lo hacían su respuesta casi siempre ha sido la misma: “es divertido”.
Es preciso, para hacer frente al acoso, elaborar estrategias preventivas. Muchas investigaciones se han centrado en identificar y analizar los perfiles y características personales que muestran agresores y víctimas, esta línea de investigación ha detectado ciertos perfiles personales de riesgo que podrían identificarse antes de su implicación en un bullying.
Sin embargo, hay que destacar que cualquiera puede llegar a ser víctima y cualquiera se puede sumar al grupo de agresores justamente para evitar ser víctima, es decir, mejor que acosen a otro y no a mí.
Son varias las áreas en las que se debe de actuar pero las más importantes son el ámbito escolar y el ámbito familiar. Una regla de oro tendría que ser: “Rompe la ley del silencio” en cuanto a la víctima y a los observadores, sin embargo esto es muy complicado si ambos no perciben que van a ser realmente protegidos.
Otras actividades que se han evidenciado como más eficaces son:
- Fomentar la capacidad de empatía.
- La autoestima y la estima de los otros.
- Adiestramiento en manejar emociones negativas como la ira, el miedo…
- Desarrollar la capacidad de comunicación, la escucha activa y la negociación.
- El desarrollo de valores éticos y morales.
- Fomentar la ausencia de prejuicios.
Me gustaría terminar apuntando un aspecto que me parece crucial. Es importantísima la actuación de los docentes y la intervención de los órganos responsables del centro escolar, instituciones sociales y judiciales pero es absolutamente necesario que en la mochila que portan al centro los alumnos lleven, junto a los libros que les proveen de conocimientos, una educación emocional adecuada, unos principios éticos y una cultura basada en el respeto al otro y a si mismos, una educación fundamentada en la dignidad personal, estos conceptos deben ser proporcionados dentro del ámbito familiar y desde la infancia.