Una considerable barrera que tiene el ser humano es la rigidez en el día a día, lo que llamamos el espacio de confort, sobre el que ya os hemos contado cosas en anteriores publicaciones. Todos tenemos esa zona de confort, sólo que algunas personas se esconden en el centro, pudiendo llegar a estar “encerrados” en su propia prisión, otros se mueven por esa zona e incluso curiosean lo que hay al otro lado, y también hay personas que viven los límites de su zona de confort como algo permeable e incluso variable. Sin llegar al extremo de necesitar permanentemente desafiar nuestros límites, es un ejercicio muy útil para nuestro desarrollo personal el permitirnos adentrarnos más allá de lo que conocemos.
Se puede decir que somos predecibles ante cualquier situación que se nos presente y nuestras vivencias hacen que tengamos una actitud inflexible. Cualquier plan que teníamos organizado y no sale como esperábamos, un objetivo que no llegamos a cumplir, una idea en la cabeza finalmente fallida… todos esos conceptos al final pueden provocarnos baja motivación por no saberlo gestionar y nos impide ver las cosas con un cierto optimismo.
Son pocas las personas que tiene el don de ser flexibles, de tener una mente abierta antes los diferentes pensamientos que se les presentan, de dotar a los acontecimientos el optimismo necesario para ser contagioso, de aceptar lo imprevisto y verlo como una oportunidad y de hacerlo con humor. Estas personas que son capaces de romper las reglas honestamente, se sienten más libres y de una manera u otra se les conoce por esa actitud de alegría y de locura sana. Los reconocerás fácilmente porque transmiten la sensación de estar muy cómodos con quienes son y en sus relaciones con los demás, es posible que a veces incluso te generen un poquito de envidia.
Seguro que más de una vez has estado cerca de una persona con este tipo de personalidad, y ha conseguido alegrar muchos de tus días, además de cautivarte con su energía vital, su tranquilidad interior, su manera provechosa de vivir el momento… y si te paras a pensar lo único que te ha enseñado es que, es mejor arriesgarse que quedarse con las ganas porque quien no lo hace luego se arrepiente, que existen muchos planes B si no sale el inicial y que la vida, con una sonrisa, es un mundo diferente.
Si intentamos aceptar lo fortuito y que escapa por completo de nuestro control, veremos que no es nada fácil, pues nos obligamos a desenvolvernos en nuevas estrategias para afrontar lo no planeado. Para hacerlo más fácil, acogerlo con mayor motivación y optimismo tenemos que proponernoslo como un pequeño desafío, como una oportunidad de salir del área de confort y poder experimentar cosas nuevas de las que aprender.
En muchas ocasiones estas personas con dicha actitud de locura nos pueden parecer un poco irresponsables, con las ideas desordenadas e incluso caóticas. Hay personas que son irresponsables y desordenadas, y no necesitamos dejarnos arrastrar en esa espiral, pero también hay personas que sólo nos parecen caóticas y poco responsables porque dejan atrás el miedo y se dejan llevar, lo que les consuce a conocerse al máximo y ganar ese punto extra de autoestima y confianza.
Merece la pena rodearse de este tipo de personas que nos sacan una sonrisa, que nos sirven de ejemplo y que nos invitan a salir de nuestra zona de confort donde se hallan nuestros miedos. Está bien que nos recuerden de una forma saludable que nosotros también podemos ser más flexibles y con ello más felices. Está bien que nos inspiren y nos estimulen para romper con nuestras rutinas, miedos y tabúes, siempre que nos sintamos cómodos haciéndolo, más allá de ese pequeño vértigo que nos produce “hacer locuras”. Está bien que nos ayuden a descubrir quiénes somos puestos en otra situación, porque nos hace personas más completas y nos puede ayudar a sentirnos felices.
¿Te Atreves? ¿O ya disfrutas de la locura?